Las Salinas de Órzola, situadas en el encantador pueblo marinero del norte de Lanzarote, son mucho más que un simple vestigio de la industria salinera de la isla. Este rincón conejero, hoy en gran parte olvidado, guarda entre sus estructuras abandonadas y ruinas silenciosas, historias de esfuerzo, ingenio y transformación que merecen ser recordadas.
Las Salinas de Órzola: Un tesoro escondido en Órzola
Inauguradas a finales de la década de 1930, las Salinas de Órzola fueron fruto del empeño del médico Don Isidro López Socas y su socio, el abogado Domingo Lorenzo García. Estas se levantaron en un tiempo en que la producción de sal era una de las actividades económicas más importantes de Lanzarote, que contaba con más de treinta salinas repartidas por la isla. Las de Órzola destacaron por su contribución al crecimiento económico de Haría
Aunque pequeñas al principio, las Salinas de Órzola no tardaron en expandirse. En 1955, un ambicioso proyecto de ampliación triplicó su capacidad de producción, pasando de 150 a 350 toneladas anuales.
Innovación en tiempos difíciles
La modernización fue clave para mantener la competitividad de las salinas. El proyecto de ampliación incluyó la construcción de dos nuevos concentradores y 782 cristalizadores, lo que aumentó considerablemente la superficie destinada a la producción. Además, el sistema de elevación del agua de mar hacia los cocederos, que originalmente dependía de un molino de viento tradicional, fue reemplazado por un moderno grupo moto-bomba con un motor diésel de 10 caballos de fuerza. Este cambio representó un avance significativo en la eficiencia del proceso de extracción de sal.
El molino fue una de las estructuras más emblemáticas de las salinas. Su cuerpo estaba hecho de madera de pino canario y se erigía sobre “el cubo”, una sólida base de mampostería. Actualmente solo queda en pie los contrafuertes laterales de la base que sujetaba el molino.
Funcionamiento de las Salinas
El proceso de obtención de sal en Órzola era ingeniosamente sencillo y efectivo, aprovechando los recursos naturales disponibles. Las aguas de las marismas eran canalizadas hacia una serie de balsas poco profundas situadas detrás de estas. El diseño de las balsas permitía que el sol, en su incesante labor, evaporara lentamente el agua, dejando tras de sí los preciados cristales de sal. Este método, conocido como evaporación solar, era una práctica común en las salinas tradicionales y garantizaba una producción de sal suficiente para abastecer las necesidades locales y para el comercio industrial.
Un paseo por la memoria
Visitar las Salinas de Órzola hoy es como hacer un viaje al pasado. Los restos de las instalaciones, que una vez fueron el centro de una próspera actividad industrial, ahora reposan en silencio, envueltos en la melancolía que acompaña a los lugares abandonados. Sin embargo, este paseo entre ruinas es también una experiencia enriquecedora, que permite al visitante conectar con la historia de la isla y reflexionar sobre las vidas de quienes dependieron de esta actividad.
Al caminar entre los viejos cristalizadores y contemplar los solitarios contrafuertes del molino, se siente una profunda conexión con el pasado. Es fácil imaginar a los trabajadores, hombres y mujeres de Órzola, dedicando largas jornadas a la extracción de sal, un recurso vital en aquel entonces.
Un legado cinematográfico
Una curiosidad poco conocida es que las Salinas de Órzola también sirvieron como escenario para el cine. En 1977, este enclave fue testigo del rodaje de escenas para la película distópica “Operación Ganímedes”, dirigida por el alemán Rainer Erler. Este hecho, aunque anecdótico, añade una capa más de interés a un lugar ya de por sí lleno de historias y simbolismo.
¿Qué visitar en Órzola?:
- Playa de la Cartería
- Playa del Salto.
- Punta y Playa de la Ballena.
- Peña de Catalina Cabrera.
- Muelle de Órzola.
- Charco de la Condesa.
- Charco de la Noria.
- Caletón Blanco